Diana Méndez y Sergio Carrera forman una de las 30 familias de Puerto Almanza -el pueblo más austral del país, ubicado a 75 kilómetros de Ushuaia- y son uno de los pilares de la “ruta de la centolla”, un circuito turístico y gastronómico sustentable basado en las economías familiares, amenazado hoy por la instalación de criadero de salmones.
“Muchos nos dicen por qué no ponemos más mesas en el rancho. Nosotros decimos que no porque hemos logrado un equilibrio en nuestra vida como pescadores artesanales, eso implica que sostenemos nuestra economía familiar y no necesitamos más que eso, es la mejor forma de cuidar los recursos naturales”, contó a Télam Diana al calor de la salamandra.
Esta es la síntesis del espíritu de este circuito que recorre unos 10 kilómetros de costa del Canal de Beagle y que ofrece desde ranchos para comer alimentos recién extraídos del mar hasta frutos frescos, pasando por caminatas que llevan a una cascada o visitas a las reservas de pingüinos, todo a pequeña escala.
Diana y Sergio se conocieron en 1998 en Ushuaia. Ella, oriunda de Corrientes, trabajaba en un hotel y él había llegado a la capital fueguina para reparar unas embarcaciones; unos años después llegaron juntos a Puerto Almanza y compraron un barco pesquero pensando en una fuente de ingresos para la economía familiar.
“Fuimos aprendiendo el oficio de la pesca artesanal y nos volcamos a la centolla, aunque también pescamos otras cosas. Salimos una vez por semana a pescar. En el canal hay unos nueve centolleros, todos hacemos pesca artesanal”, describió Sergio.
Y continuó: “Durante años vendimos a restaurantes pero después nos dimos cuenta que los intermediarios nos fijaban el precio y se llevaban todo nuestro esfuerzo. Así fuimos hablando con otros pobladores y empezamos a pensar en poder llegar directo al consumidor, generar otro tipo de vínculo”.
Con ese objetivo, Diana y Sergio junto a otras familias de pescadores abrieron sus casas para dar de comer al visitante; también lo hizo una productora de frutos frescos, otros habitantes que conocen bien los caminos y ofrecen caminatas para descubrir las “perlitas” naturales y así se fue armando el circuito.
“Puerto Pirata” es el nombre con el que ellos bautizaron a su hogar y tiene un plus: el turista sale a pescar junto a Diana o Sergio la centolla que se va a comer en su almuerzo, una demostración en pequeña escala del oficio.
Comprometidos con las tierras y los mares que habitan, cuando en marzo de 2018 el entonces Ministerio de Agroindustria de la Nación, la Fundación Argentina para la Promoción de Inversiones y Comercio Exterior y la Provincia de Tierra del Fuego firmaron tres convenios con Innovation Norway que habilitaban la posibilidad de instalar criaderos de salmones en el canal de Beagle, comenzaron a investigar.
Así, participaron activamente del estudio de carga y factibilidad realizado por una empresa chilena y que implicaba el primer paso de de acción de los convenios entre el Estado argentino y la Corona noruega, dueña de Innovation Norway.
“Fue así que nos enteramos de las consecuencias que producen las salmoneras. Para nuestro pueblo sería el fin de su subsistencia porque los criaderos de salmones a esa escala aniquilan toda la diversidad marítima, el fondo del mar se convierte en un basural, las aguas se llenan de algas tóxicas y el resto de las especies se muere”, describió Sergio.
Si bien actualmente tanto el Estado nacional como el provincial descartaron que las salmoneras vayan a instalarse, los vecinos de Almanza, Ushuaia y todo Tierra del Fuego reclaman una ley provincial que prohíba los criaderos a esas escalas industriales.